jueves, 24 de abril de 2014

Cómo hacer pan con harinas integrales de trigos antiguos (en olla Römertopf) {Pan casero con Ventanas Verdes}


Este mes el tema de las Ventanas Verdes es ¡el pan! Los que me conocéis comprendereis mi alegría. Sabéis que soy una panarra convencida y militante, en cuanto tengo la mínima oportunidad aprovecho y hablo de las bondades del pan de masa madre (ya os di aquí suficientes motivos para convenceros de sus bondades) y considero que hacer mi propio pan es una especie de activismo anticapitalista (sí, quizá exagero un poco, pero bueno, a todos se nos va la pinza con algo ¿no?). Así que para mi que este mes lo dedicáramos al pan ha sido un motivo de felicidad porque espero que muchos de vosotros os animéis a poneros a ello.

Yo en esta ocasión he decidido centrarme en el tema de las harinas, esas grandes desconocidas. En España hasta hace bien poco sólo se encontraba harina blanca o harina integral, y punto. Por supuesto, ni te decían con qué tipo de trigo estaba hecha, ni cómo lo habían molido. Ya sabéis que para mí la técnica de molienda es fundamental. Las harinas de molino de piedra conservan el germen, en donde están los aceites esenciales del grano. Eso hace que esas harinas se tengan que conservar en frío, para que no se enrancien. A cambio, son mucho más nutritivas que las harinas molidas en cilindros, que desgraciadamente es la técnica que se usa actualmente. Por lo general, si conseguís que alguien os venda harinas de trigos antiguos, es probable que además estén molidas en molinos de piedras. Mi obsesión con los trigos antiguos (barbilla, aragón03, kamut, florencia aurora...) se debe a que estos no han sido seleccionados para contentar a la industria de la panificación (de la panificación en serie y a gran escala, o sea, de los que hacen pan malo) y por eso son trigos que contienen menos gluten, pero suelen ser mucho más nutritivos. El hecho de su bajo contenido en gluten hace que sean más difíciles de trabajar, necesitan un tratamiento más cuidadoso para desarrollar la masa, y les beneficia mucho el reposo, tasas altas de hidratación y el uso de la masa madre en lugar de levadura. Por eso en esta entrada he decicido centrarme en ellos, para que os quitéis el miedo a usarlos y evitéis la frustración de sacar un ladrillo del horno por no haberlos manejado adecuadamente. Yo cuando empecé a usar estas harinas (recuerdo sobre todo con horror los primeros panes que hice con aragón03) sacaba auténticos ladrillos del horno, a pesar de mezclar la harina integral con una parte de harina blanca. De buen sabor, pero poco alveolados y con una miga que se deshacía. Me compré el libro "Tartine Book #3" de Chad Robertson porque leí que él había desarrollado una obsesión semejante por las harinas antiguas y siguiendo sus consejos empecé a conseguir panes que además de sanos eran ricos y bonitos. Por cierto, hablando de libros, a los que seáis unos flipados de los trigos antiguos como yo os interesará saber que Desirée, ese ángel de la guarda de la biodiversidad, ha publicado un libro llamado "Variedades locales de trigos de Canarias" donde hace un repaso a todos los trigos que se sembraban en las islas, algunos de los cuales se están recuperando gracias a su trabajo. Que haya gente como Desi trabajando en las instituciones hace que recupere la fé en la humanidad.

Y para rizar el rizo mi pan está hecho con harina de trigo malteado, como continuación a esta entrada en la que os expliqué como maltear trigo y os enseñé un pan que hice con esa harina, pero sin receta. Además como mi piedra de hornear está rota en mil pedazos últimamente estoy haciendo el pan usando la olla de barro Römertopf y pensé que era buena idea explicar cómo se hace el pan en ella para que los que tenéis una la podáis usar. El resultado en estas ollas es semejante al que se consigue con una piedra de hornear y vapor. También podéis usar una cocotte con resultados similares.


Ingredientes,

300 ml de agua
200 gr de masa madre refrescada (hidratación al 100%, refrescada con harina integral de trigo aragón03)
200 gr de harina de trigo de fuerza (blanca al 80%, molida en molino de piedra)
200 gr de harina integral de trigo malteado (o cualquier otra harina integral de trigo antiguo: aragón 03, barbilla, escanda, kamut, triticum monococum....)
7 gr de sal

Vamos a empezar con la autolisis, que además beneficia particularmente a las harinas integrales, porque el remojo neutraliza los fitatos presentes en el salvado que inhiben la absorción de ciertos minerales. Para eso hay que mezclar el agua con los 400 gr de harina. Lo dejamos reposar al menos media hora (yo lo dejé 1 hora).
Pasado este tiempo añadimos la masa madre. Lo mezclamos en un bol con una espátula y volvemos a dejar reposar 30 minutos (la masa será bastante pegajosa, es lo que suelen tener estas harinas, pero evitaremos la tentación de añadir más harina. Este pan tiene una tasa de hidratación del 80%).  Ahora sí que amasamos, notaremos que a medida que pasa el tiempo la masa es menos pegajosa. Amasamos brevemente con la técnica del amasado francés (podéis ver el vídeo aquí).  Volvemos a dejar reposar media hora, y volvemos a amasar. Si ya se ha desarrollado el gluten (tenemos una masa homogénea y lisa) añadimos la sal, amasamos, formamos una bola y dejamos reposar dentro de un bol bien untado de aceite. Algo que beneficia enormemente a estas harinas es la fermentación retardada, así que yo lo dejé que fermentara lentamente, en la nevera, durante toda la noche.

Al día siguiente lo sacamos del bol y con cuidado de no desgasificar le damos forma de baton (puse aquí un vídeo donde explico cómo). Enharinamos un banneton y ponemos allí la masa con el cierre hacia arriba. Lo metemos en una bolsa y dejamos que suba hasta que doble su volumen (un par de horitas, depende de la temperatura de vuestra cocina).Mientras tanto, ponemos la Römertopf (si la vamos a usar) en remojo unos 15 minutos. Siempre es conveniente remojar estas ollas antes de usarlas, pero en el caso del pan la humedad hará que suba de maravilla. Le quitamos el agua y la metemos dentro del horno. Calentamos el horno, con la olla dentro, a 230ºC.


Cuando el pan haya finalizado la segunda fermentación, lo volcamos en un papel de hornear, le hacemos unos greñados, sacamos la olla del horno, y metemos dentro el pan. Cerramos la olla y la volvemos a meter dentro del horno. Horneamos 15 minutos con la olla tapada, luego quitamos la tapa y bajamos la temperatura a 190ºC. Horneamos otros 30 minutos. Sacamos el pan de la olla y horneamos encima de la bandeja del horno otros 20 minutos, o hasta que esté bien dorado y alcance más de 95ºC de temperatura interior. Si no tenéis termómetro, usad el truco de golpear con los nudillos la base del pan y si suena a hueco es que está hecho. Lo dejamos reposar en una rejilla hasta que se enfríe por completo.

Como veis hacer pan con este tipo de harinas es un poco más trabajosillo, pero el resultado merece la pena. El sabor no tiene nada que ver con el de un pan hecho con una harina blanca del súper, la cantidad de matices que tiene es increíble. Y en realidad es cuestión de organización. Yo amaso una tarde, y horneo a la tarde siguiente cuando vuelvo del trabajo, es otra de las ventajas de la masa madre y la fermentación retardada. Animaos a probar, seguro que os engancháis.

Como siempre os animo a que abráis el resto de Ventanas Verdes aquí.


lunes, 14 de abril de 2014

Cruasanes en la cumbre, esta vez de masa madre


El primer sábado de abril cumplimos con la tradición de subir al Roque del Conde a ver amanecer. Desde el 2009 no hemos fallado ni un solo año. Empezamos a caminar a la 6:15 a.m. para llegar allí antes de que salga el sol. Cada año el paisaje es diferente, y la luz va cambiando a medida que ascendemos. Al principio hay que caminar con frontal, cuando nos acercamos a la cumbre ya podemos apagar las linternas y dejar que la luz del alba ilumine el camino. Hay años que el canto de las pardelas en el barranco que hay que cruzar antes de iniciar el ascenso es ensordecedor, otros años la vegetación en la cumbre es exhuberante por las lluvias invernales. La naturaleza nos sorprende cada vez con algo distinto.
Lo que no ha cambiado es el estupendo desayuno con el que nos damos un homenaje después de ver salir el sol. Cruasanes, café con leche, chocolate, quesos variados.... y este año incluso zumo de naranja natural. Desde la primera vez que subimos, con N., hasta estos últimos años en los que cada vez son más los amigos que se apuntan. Casi todos los que suben una vez repiten después año tras año, a pesar del madrugón que hay que pegarse, del frío que hace arriba hasta que empieza a calentar el sol. El aire que se respira en la montaña antes de que salga el sol, la luz cálida de los primeros rayos, todo hace que sea algo un poco mágico que engancha. Además que en el fondo a los humanos nos encantan las tradiciones, no sé si como manera de marcar el paso de los años o por qué razón, pero es así. A mí las tradiciones impuestas no me gustan, la navidad me resulta deprimente y no sé por qué todos tenemos que estar contentos el 31 de diciembre. Sin embargo esta tradición que nos hemos inventado nosotros me encanta, mientras subo siempre pienso en lo bueno que ha pasado en el año que dejo atrás, para mí este es el auténtico comienzo del año nuevo. Y por eso año tras año subimos a agradecerle a Ichasagua que seguimos siendo hombres (y mujeres) libres ;) Aunque me gustaba más el cartel que había antes.


Siempre he usado la receta de los cruasanes rápidos-rápidos de Canny, pero esta vez decidí hacer los cruasanes con masa madre, y fue un acierto. Los cruasanes tengo que hornearlos la tarde antes, porque salimos de Santa Cruz a las 5:00 a.m. y lo dejamos todo preparado antes de ir a dormir, y si se hacen con levadura nunca estan tan tiernos como recién horneados. Sin embargo, con masa madre se conservan perfectos. Este año estaban más tiernos y esponjosos que nunca. La técnica que usé es similar a la que se usa para hacer roscón, sólo que la masa de los cruasanes no tiene tanta hidratación lo que facilita bastante el trabajo. Hay que amasar antes de incorporar la mantequilla para que se desarrolle bien el gluten y luego suban bien. Yo uso la técnica del amasado francés, colgué un vídeo en la receta del roscón de reyes.

 

Ingredientes, para 24 crusanes de tamaño medio

70 ml de leche
150 gr de masa madre
1 huevo
25 gr azúcar
300 gr de harina de trigo de fuerza (ecológica, molida en molino de piedra)
2.5 gr de levadura seca de panadero
1 cucharadita de café de sal
130 gr de mantequilla a temperatura ambiente cortada en cubitos

Mezclamos todos los ingredientes excepto la sal y la mantequilla. Amasamos usando el método Bertinet (o amasado francés) hasta tener el gluten desarrollado. Entonces añadimos la mantequilla y la sal y amasamos hasta integrar la mantequilla. Dejamos levar la masa hasta que doble su volumen (en mi cocina fueron unas 5 horas). 

Volcamos la masa sobre la encimera y dividimos en tres bolas, aplastamos en forma de círculo cada bola, hasta que tenga un grosor de medio centímetro. Dividimos cada círculo en ocho porciones radiales (como si estuviésemos cortando una pizza) y enrollamos cada porción empezando por el lado más ancho. Ponemos en una bandeja de horno forrado con papel, pincelamos con huevo batido y dejamos levar, tapados, otra vez hasta que doblen su volumen. Precalentamos el horno a 190º. Antes de hornear los cruasanes volvemos a pincelarlos con huevo batido. Horneamos hasta que estén dorados (unos 15 minutos). Dejamos enfriar en una rejilla.